jueves, 30 de noviembre de 2017

Un uso para Lemoiz coherente con su historia

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cala Basordas en 1927 (foto publicada en blog de Willy Uribe)
¿Y Eguzki no tiene nada que decir sobre el proyecto que baraja el Gobierno Vasco para reconvertir en piscifactoría las instalaciones de la central nuclear de Lemoiz? Pues claro que sí, pero ya advertimos que, si alguien espera que sea algo sustancialmente diferente a lo que hemos venido diciendo en los últimos treinta años, quedará decepcionado, sin duda, tras leer estas líneas. Porque lo que reclamamos quienes integramos Eguzki es que se dé a ese espacio un uso coherente con su historia.

¿Qué quiere decir eso? Pues quiere decir que lo que corresponde es restaurar ambientalmente la cala de Basorda y dedicarla a un uso público, quizá mediante la habilitación de un parque como lugar de memoria. Y con estos objetivos debería ser compatible y a ellos debería estar supeditado cualquier otro proyecto que pretenda desarrollase en ese espacio. En todo caso, y esto es tan importante o más que lo anterior, la decisión sobre lo que finalmente se haga no debería ser unilateral, sino basarse en el mayor consenso político y social posible, pues la memoria, si para algo ha de servir, ha de ser para casos como este. A este pack, restauración/uso público/decisiones compartidas, es a lo que nos referimos cuando reclamamos para Lemoiz un uso coherente con su historia.

La restauración ambiental de la cala y el disfrute público de los terrenos no son cuestiones arbitrarias. Por una parte, la central se construyó en gran parte sobre dominio público marítimo-terrestre, en un emplazamiento que aún hoy posee un gran valor natural, y, puesto que el proyecto para el que se hizo la concesión se ha extinguido, lo que procede, incluso desde un punto de vista estrictamente legal, es devolverlo a su estado original en la medida de lo posible, claro. Un apartado que, en justicia, debiera recaer en buena medida en quien lo destrozó (Iberduero); hoy en su actual titular, Iberdrola. Por otra, el disfrute público es de sentido común, ya que ha sido la ciudadanía la que ha comprado ese espacio, instalaciones incluidas, y lo ha hecho además a precio de oro. Recordémoslo…

La ciudadanía ha pagado hasta el 26 de octubre de 2015, es decir, hasta ayer mismo, como quien dice, un sobrecosto en el recibo de la luz para indemnizar a las eléctricas por la moratoria nuclear de 1984, en virtud de la cual la central de Lemoiz quedó formalmente paralizada, junto con las de Valdecaballeros y Trillo II. El Estado reconoció a las eléctricas, con Iberduero a la cabeza, que, hasta la paralización de las obras de esas centrales, habían hecho en ellas una inversión de 2.300 millones de euros. Sin embargo, las compensaciones a través del sobrecosto en los recibos de la luz, hecho efectivo entre 1996 y 2015, han ascendido a 5.717 millones, según fuentes oficiales. ¿Es exagerado decir que la ciudadanía ha comprado este espacio a precio de oro? En nuestra opinión, el Gobierno Vasco haría mal si, sin tener en cuenta estos antecedentes, lo destinase a cualquier uso, como si se tratase de un bien adquirido por procedimientos más convencionales.

¿Pero Eguzki está a favor o en contra del proyecto de piscifactoría? Eguzki está a favor de empezar la casa por los cimientos. En ese sentido, lo que toca, en nuestra opinión, es planificar el futuro de la cala, que hasta ahora ha sido poco menos que un agujero negro en el planeamiento. Es en el marco de esa planificación, que, ya lo hemos dicho, querríamos coherente con la historia, en el que debería analizarse “si cabe o no” el proyecto que baraja el Gobierno Vasco. ¿Para qué tanta DOT y tanta historia si el territorio se sigue ordenando a golpe de proyecto singular?

Y, puesto que estamos a favor de empezar la casa por los cimientos, estamos en contra de hacerlo por el tejado, que ha sido la opción que, sin duda consciente e interesadamente, ha escogido la consejera Tapia. Avanzando que se van a invertir tantos y cuántos millones y, sobre todo, que se van a crear tantos y cuántos puestos de trabajo, seguramente ha querido neutralizar desde el primer momento el impacto en la opinión pública de las posibles críticas al proyecto, las primeras de las cuales, por cierto, ya han llegado por parte de algún partido y algún sindicato,. Normal, porque una piscifactoría, menos aún una macropiscifactoría, no es precisamente una industria inocua.

Las apelaciones a la importancia de la memoria histórica podrán ser tan enfáticas y frecuentes como se quiera, pero serán vacuas si luego no existe interés para aplicar sus enseñanzas ni siquiera en un caso tan emblemático como este de Lemoiz.


BIZKAIKO EGUZKI